domingo, enero 14, 2007

Con las plumas chamuscadas

LOS CHURRINCHES*

"Bastó una chispa pequeñita para incendiar el árbol. La trajo el viento. La incrustó en el tronco y el árbol solitario del camino se sintió herido. Sufrió en silencio. Retorció sus ramas. Quiso desprenderse de la tierra, huir...¡Imposible! El fuego siguió horadando el tronco, aprovechando la corteza sin vida para prender con más fuerza.
Brotó una llama, después otra, y otra más. Las lenguas de fuego tomaron cuerpo, incendiaron las ramas, las hojas...Parecía un árbol de fuego clamando al cielo, desesperadamente, por la lluvia salvadora. Sufría por él, por los insectos, por los pichones que clamaban en el nido.
¿Quién avisó a los padres de los pichones, el riesgo de muerte que corrían sus pequeños? ¿El viento? ¿El cielo?...Regresaron apresuradamente. Y arriesgándolo todo, se metieron entre las llamas, buscaron su nido y alcanzaron a sacar sus pichones y llevarlos en el pico hasta ponerlos a salvo. Pero de allí salieron encendidos como brasas.
Y así andan ahora por la vida, vestidos de héroes, los churrinches, a quienes los guaraníes llamaban "cuarahiyaras", los dueños del sol"

*Benavento, Gaspar. "Afán y fe", libro de lectura para cuarto grado. Editorial Codex, Bs As, 1957.

lunes, enero 08, 2007

Cambio de firma


* Foto de J. L. G.

viernes, enero 05, 2007

Notas para una nota: reflexiones de V.V. sobre la experiencia estética

Experiencia y estética; experiencia estética. Percepción estética: percibir la propia experiencia sometida a un conjunto de reglas autorreferenciales. Percibir que uno mismo participa en la constitución de esas reglas; que uno mismo está finalmente enlazando una práctica con una visión de la práctica: que uno crea un espacio en el cual un orden subjetivo se inserta en un orden “social-objetivo” a través del choque entre estos dos espacios. Las reglas estéticas (las reglas no escritas que configuran la percepción estética de una experiencia, o la experiencia de una percepción definida como estética) son la red de relaciones que suturan un espacio subjetivo y una conformación formal de la objetividad (que se define en tanto tal por su ser “social”: por obtener su significatividad en el ingreso a lo social-comunitario) de manera solidaria: esto es, la frontera que separa objeto y sujeto es conjurada por una experiencia que disuelve mutuamente a sujeto y objeto, bajo el establecimiento de distintas sobredeterminaciones mutuas
Uno puede percibir religiosamente al objeto, y este se aleja de modo tal que hace desaparecer al sujeto.
Uno puede percibir científicamente al objeto, y acercarlo tanto que lo desintegra en su pura objetividad.
Pero uno puede percibir estéticamente al objeto, y en una relación tal lo que se exaspera es la frontera entre ambos espacios (sujeto y objeto) *1, a tal punto que se la disuelve: la disuelve porque en esa dialéctica de la percepción estética sujeto y objeto son ya sólo frontera: son sólo ser-en-sí en tanto y sólo en su ser-en-otro.

*1 Esto, porque el sujeto claudica ante la presencia del Sujeto en la experiencia religiosa; y porque el objeto se desobjetiviza ante la mirada del científico, que es la mirada del Sujeto-Objeto: Sujeto desujetado y devenido en Objeto sujetante. En la experiencia estética, surge la dialéctica constante y sin solución entre ese sujeto que impone sus reglas de percibir al objeto, y ese objeto que impone sus reglas de ser-percibido al sujeto.