miércoles, febrero 14, 2007

Tierra de Saa

"La diversión es la prolongación del trabajo, bajo el capitalismo tardío (...) la mecanización ha adquirido tal poder sobre el hombre que disfruta del tiempo libre y sobre su felicidad (...) que ese sujeto ya no puede experimentar otra cosa que las copias o las reproducciones del mismo proceso de trabajo." (T. W. Adorno, "La industra cultural" en Dialéctica de la Ilustración)

Las vacaciones nos obligan a tomar un sin fin de decisiones. Y tenemos que decidir bien porque, necesariamente, debemos pasarla bien.
En primer lugar, hay que elegir entre quedarse en casa o irse a sobrellevarlas a otro lado. Esta decisión es fácil, porque generalmente nuestra situación económica la toma por nosotros.
Si nos quedamos, seguramente podremos disfrutar de ellas alternando manguera-palangana-ducha-pileta del vecino- pelopincho en la terraza como Vesta-instalaciones del Club cercano- bombuchas en febrero- y (los más osados) río color de león.
Si, después de sacar cuentas y de aceptar que es mejor "salir a veranear" que pasarnos quince días abajo de las sábanas, ya podremos elegir entre "el lugar al que vamos siempre" y "un nuevo lugar por descubrir".
El primero tiene sus ventajas ( y bien podría ser San Bernardo, que parece que se convierte en Quilmes todos los veranos): ya sabemos a dónde comprar medialunas, a qué hora da la vuelta el sol, qué boliche explota a la noche y en dónde reencontrarnos con el romance pendiente del año pasado.
Pero supongamos que elegimos un lugar nuevo para pasar las vacas. Supongamos que elegimos San Luis, más concretamente Merlo. Y entonces se nos abren nuevamente varias opciones: bien podríamos hacer de ese lugar que no conocemos un lugar conocido, reproduciendo una rutina similar a la diaria y "levantarnos a las ocho, desayunar, ir al arroyo, almorzar, dormir la siesta, volver al arroyo a tomar mate, bañarse, cenar, tomar un helado, dormir". O bien podríamos desear "descansar descansar descansar" y pasarnos quince días en la pileta del Hotel tomando mate, lo que hubiera sido igual a quedarnos en casa al pie de nuestra pelopincho.
Pero pensemos que no, que apenas llegamos al lugar nuevo nos invade una fiebre churrinche que nos pide encontrar algo típico típico de la comunidad que visitamos.
La oficina de turismo nos ofrece múltiples opciones de merlinidad. Y, como paradigmático exponente de la cultura local, el Poeta Agüero, del que no traje ni un verso de recuerdo. Será todo lo escrito poesía; la ciudad, necesitaba un artista.
No eran típicas las artesanías, en las casas de regalos solamente encontramos objetos que responden al concepto de "lo étnico", universal que engloba mates de calabaza con mimbre chino, estatuillas de la India, licores caseros y aros peruanos.
No era por ahí y dónde encontrarlo.
Sí era nativa la gata que se fue a dar una vuelta y volvió preñada por un gato montés, y también hablo lo local en el guía de turismo, que antes de sacarnos una foto nos pidió "digan Adolfo".

5 Comments:

Blogger Clara O. said...

Uy, ¿qué tendré q decir en Río para sacarme unas fotos con unos brasilerians?
Besote!

11:13 a. m.  
Blogger nv said...

jaja, q lindo diario de viajes, no esperaba menos de vos, O. había escrito un comment re largo pero me enredé y lo borré. En resumen, yo no encuentro casi nunca esas huellas locales en los lugares que visito porq soy una consciente pésima turista.Es como que hago el mismo verano no importa donde esté como vos decís.

1:31 p. m.  
Blogger Unknown said...

Este comentario ha sido eliminado por el autor.

7:02 p. m.  
Anonymous Anónimo said...

Che, y en Quilmes? Imaginan la cara del que diga "Villordo" cuando suena el clic?
PD: el post borrado era el mismo, pero no sé porqué salió ese link que no va a ningún lado.

7:03 p. m.  
Blogger nv said...

jaja,
humor uriarte!

9:32 p. m.  

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