martes, julio 17, 2007

“Divorciadas, evangélicas y vegetarianas” de Gustavo Ott

Artenpié – Vicente López 93 Quilmes Oeste
Elenco DOSMASUNA
Silvina Sastre- Haydée Trappani – Liliana Maldonado

En un número de la revista publicamos una nota sobre tres obras del Primer Festival de Sainete y Grotesco de Quilmes (2005) que llamamos “Mujeres desesperadas”, haciendo alusión un poco al programa de canal trece “Mujeres asesinas”.
Lo que tenían en común esas tres obras es que estaban realizadas por mujeres y que incluso en dos de ellas los textos, cuyos personajes originariamente eran hombres, habían sido adaptados para que esos papeles los representaran actrices.
“Divorciadas…” definitivamente podría incluirse en la categoría temática “mujeres desesperadas”.
La representación de la mujer en esta(s) obra(s) no es la representación tradicional de los medios de comunicación, en los que la mujer aparece como un mero objeto para ser deseado y consumido (visualmente, histéricamente); una imagen pasiva que se exhibe a la mirada masculina. Aunque tampoco sé si podríamos afirmar que este modo de representación de la mujer signifique escapar del modo de representación hegemónico.
En “Divorciadas…” los personajes femeninos (una mujer que se divorció y planea suicidarse, una viuda evangelista que ha perdido el deseo, y una vegetariana libertina que ha adoptado las costumbres alimenticias de su novio infiel) accionan en busca de su deseo. Se asumen sujetos deseantes, sexuados. Son mujeres que se lanzan para concretar sus necesidades profesionales, artísticas, creativas, y también, sobre todo, sus necesidades sexuales.
Pienso ahora en el postulado de la vedette Moria Casán, que incentiva a las participantes de Bailando por un sueño: “hay que sacar la perra que toda mujer tiene adentro”. Y, por supuesto, el mejor modo de sacarla es tomando clases de “pole dance” en su nuevo instituto de baile. “Ser una perra”, en el discurso de Moria, no tendría una carga negativa, sino que significaría “ser una mujer sensual, apasionada y hot”.
Yo conozco un gimnasio que ya instaló los caños. ¿Por qué una vecina del barrio tomaría clases de baile del caño?. Si el objetivo no es la búsqueda de un salida laboral, parece que la idea es aprender “ingredientes” que sazonen la intimidad marital.
Ayer, justamente, vi en “Los 40s”, el programa de Nequi Galotti –la esposa de Bartolomé Mitre, el del diario La Nación, que hombre tan abominable- que se transmite por el canal Utilísima, a un joven empresaria que se ocupa de la producción y venta de juguetes eróticos. La mujer, lookeada intelectual, con anteojos y el pelo recogido, explicaba las características de sus productos, orientados “al modo femenino de concebir la sexualidad”. Es así como, en el catálogo de su empresa podemos encontrar tangas hechas de caramelitos, aceititos con gusto a chocolate y menta, consoladores pequeñitos de color pastel y látigos que en sus extremos tienen cintas de seda. Nada agresivo, todo femenino.
Pero lo más interesante de la propuesta era el circuito de distribución. Las vendedoras de “Sophie –algo” organizan reuniones en la casa de alguna vecina, al mejor estilo tapper-ware, y allí se reúnen las mujeres que, amparadas por lo hogareño del ámbito, se animan a expresar sus dificultades y apetencias sexuales y, también, a comprar los atractivos juguetes.
Es así como, según plantea la joven empresaria, se empieza a pensar –también desde el mercado- en una mujer que es la que “se anima a proponerle a su pareja innovaciones en la relaciones sexuales”
En esta actual concepción de la mujer, el hombre parecería pasar a ocupar un lugar periférico.
En “Divorciadas…” los hombres no asoman más que por su ausencia: un nombre, una voz, un sonido. Una suerte de “Bernarda Alba contemporánea”, los hombres afuera de la escena y las mujeres adentro, ardiendo.
Definitivamente creíbles, graciosas e interesantes las actuaciones de las tres actrices del elenco dosmasuna.
Solamente podemos pedir a esta obra mayor investigación desde las posibilidades de puesta: no nos pareció favorable el uso de la utilería, un único banco que a medida que pasaban las diferentes escenas se volvía banco de la estación, butacas del cine y banco de la plaza. El hecho de que fuera el mismo banco y que no se provocara prácticamente ninguna transformación en la escena para cambiar de espacio, exigía al espectador un exceso de imaginación y se perdía verosimilitud.
“Divorciadas…” busca pensar en el lugar de la mujer hoy, y también busca quizás que la espectadora femenina que concurra a verla se sienta identificada con esas mujeres que, al finalizar la puesta, deciden partir a “hacerse cargo de sus propias vidas”.
Ojalá el elenco dosmasuna siga produciendo obras que den cuenta de este mensaje desde otros puntos de vista, y que también nos permitan pensar en el modo de construcción de la voz femenina en el relato artístico, ya que es esta una producción realizada por mujeres íntegramente.