"Los intereses creados" de Molière
Teatro “El Ensemble” – Banfield
Grupo EL CUARTO
Director: Claudio De Pirro
Había algo artificial en toda la puesta. Probablemente porque hoy, en el 2007, nos sea tan ajeno un texto de la Commedia dell’ Arte; porque quizás nos cueste demasiado reírnos hoy de los chistes de Arlequino y Colombina, aunque sus discursos hayan sido aggiornados con algún “¡la c…de su madre!”
El vestuario era bellísimo, y yo, que había conocido El Ensamble con la otra producción de este grupo, “Marat –Sade”, no pude evitar sorprenderme con el modo en que el espacio había sido reorganizado. Ahora la sala no parecía una carpa de circo, sino una suerte de caja de sorpresas, de esas que se abren y saltan resortes o un payaso.
Pero había algo artificial, y lo noté, -se me evidenció-, en las escenas de la comida: los personajes no comían, sino que “actuaban que comían” y, no es que esté pidiendo realismo, pero la comida fingida –las empanadas de goma espuma, los vasos de cerveza de cartón- pretendían ser comida verdadera, los personajes pretendían comer de verdad y ese quiebre, -saber que la comida era utilería-, nos pedía aceptar un verosímil imposible de creer.
Grupo EL CUARTO
Director: Claudio De Pirro
Había algo artificial en toda la puesta. Probablemente porque hoy, en el 2007, nos sea tan ajeno un texto de la Commedia dell’ Arte; porque quizás nos cueste demasiado reírnos hoy de los chistes de Arlequino y Colombina, aunque sus discursos hayan sido aggiornados con algún “¡la c…de su madre!”
El vestuario era bellísimo, y yo, que había conocido El Ensamble con la otra producción de este grupo, “Marat –Sade”, no pude evitar sorprenderme con el modo en que el espacio había sido reorganizado. Ahora la sala no parecía una carpa de circo, sino una suerte de caja de sorpresas, de esas que se abren y saltan resortes o un payaso.
Pero había algo artificial, y lo noté, -se me evidenció-, en las escenas de la comida: los personajes no comían, sino que “actuaban que comían” y, no es que esté pidiendo realismo, pero la comida fingida –las empanadas de goma espuma, los vasos de cerveza de cartón- pretendían ser comida verdadera, los personajes pretendían comer de verdad y ese quiebre, -saber que la comida era utilería-, nos pedía aceptar un verosímil imposible de creer.
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